Foro en Cuenca concluye con un llamado a juntarse, activarse y perderle el miedo a la política

La necesidad de construir activar y reforzar la participación ciudadana más allá de un tutelaje de una entidad estatal fue la conclusión de la jornada de reflexión sobre el futuro del Consejo de Participación Ciudadana (CPCCS) realizado este 27 de agosto de 2019, en Cuenca. El evento fue organizado por Mesa de Convergencia, con el impulso de Fundación Esquel. 

Con este foro se cerró un ciclo de tres encuentros realizados en Quito,  Guayaquil y Cuenca para debatir sobre el tema, frente a las propuestas presentadas para eliminar o limitar las funciones de este organismo. 

El encuentro contó con la presencia de Andrea Rivera, exconsejera del CPCCS;  Mario Jaramillo exrector de la Universidad del Azuay; Sebastián López, constitucionalista; Boris Cornejo, Presidente de Esquel y César Ulloa, politólogo. 

Andrea Rivera, quien fue consejera durante cinco años, desde 2010, lamentó que pese a que el Consejo nació como una institución para aportar a la construcción democrática y participativa del país, no hubo voluntad política para que cumpliera su papel y más bien, desde sus inicios, se vio el afán del gobierno por querer cooptar esa entidad. “La designación de autoridades fue la cereza del pastel”, dijo Rivera, al referirse a casos de manipulación de concursos e impedimentos para impugnaciones ciudadanas. 

Sobre el futuro del CPCCS, Rivera cree que se debe pensar en mayor democracia y mayor participación. “Ese Consejo debe cumplir con sus atribuciones. Mientras exista, debemos exigir que se promueva la rendición de cuentas, la lucha contra la corrupción y la designación de autoridades (...) Mientras más personas decidamos y participemos habrá más democracia. Es importante retomar la organizador social, los liderazgos y tener una participación activa en las decisiones vitales para el país”, apuntó. 

Mario Jaramillo ex rector de la Universidad del Azuay fue tajante al mencionar que el Consejo es un organismo que no puede existir por concentrar poder, al tener la potestad para designar autoridades. “El Consejo de Participación ciudadana fue parte de un proyecto autoritario y, lo que pudo haber nacido como un organismo bueno, se transformó en un instrumento para servir al autoritarismo y que, a pretexto de la participación ciudadana, nombraba las autoridades afines al poder”, dijo Jaramillo.

Para el ex Rector, la participación ciudadana debe ser construida desde el hogar, perfeccionada con la educación,  e impulsada desde las organizaciones sociales. Cree que siete personas no pueden concentrar el poder y que la designación de autoridades debería recaer en el parlamento, bajo la supervisión de una veeduría. 

El constitucionalista Sebastián López coincidió con Jaramillo en que el CPCCS fue parte de un sistema perverso. “Pensar en la participación ciudadana desde el Estado ha sido un despropósito”, apuntó. 

Para el experto, la creación del Consejo ha significado más retrocesos que avances en cuanto a participación ciudadana. “Eliminar el Consejo es una solución a camino intermedio, lo propio sería eliminar la función de transparencia y control social. El caballo de Troya para la democracia ecuatoriana ha sido esa función de transparencia y control social”.

Boris Cornejo cerró el foro con un llamado a los ciudadanos a perderle el miedo a la política, juntarse y activarse, no sólo cuando hay escándalos o elecciones. “Si no hacemos un acercamiento a los partidos y a las instituciones, desde una posición ciudadana, la calidad de la democracia no va a mejorar”, concluyó Cornejo, para quien la democracia se construye a partir de conversaciones difíciles.

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