Pronunciamiento público

Escribimos este pronunciamiento profundamente consternados y preocupados por el país.  Ecuador hasta en sus momentos más críticos ha apostado por la paz, esta apuesta se ha realizado en las peores situaciones, por lo que lo ocurrido el día de ayer con la muerte de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia, marca un hito doloroso en la historia del país.

Una vez más el ciudadano común se encuentra ante la frustración de un Estado que demuestra no tener la capacidad para atender las necesidades más primarias de la población, peor aún para enfrentar la violencia. En ese marco, no hay democracia que se sostenga. Porque a pesar de los discursos gubernamentales y las decisiones adoptadas la noche de ayer, lo cierto es que el miedo se instala en la población y la sensación de indefensión de los ciudadanos se ratifica con cada acto violento.

Para Esquel, organización comprometida con la democracia y el desarrollo, el magnicidio de Fernando Villavicencio no puede ni debe quedar en la impunidad porque la misma expresa un punto de quiebre en el proceso histórico nacional que demanda del Estado y sus instituciones respuestas urgentes, eficaces y tangibles.

Las próximas elecciones están claramente comprometidas. No se debe pasar por alto que el daño está hecho. Que nada ni nadie va a reemplazar el vació que queda luego del asesinato de Villavicencio. Que sin lugar a ninguna duda este hecho tendrá efectos sobre los resultados previstos; y que, por tanto, no podemos hacer el juego de que seguimos hacia adelante haciendo como que nada ha pasado. No hay garantías claras para el normal curso del proceso electoral. La decisión de continuidad en el mismo esquema previsto es una salida institucional que no resuelve el impacto que el atentado perpetrado provocó sobre el derecho a elegir.

Por su parte, la clase política ecuatoriana debe asumir la deuda que tiene con la ciudadanía. Su incapacidad para trabajar bajo el paraguas del interés nacional ha significado que se genere un caldo de cultivo propicio para la corrupción, la delincuencia y la violencia organizada. Necesitamos fuera de la retórica y demagogia, planes concretos para enfrentar la situación. En esa línea proponemos avanzar hacia un acuerdo nacional por la paz que comprometa a la sociedad ecuatoriana en su conjunto a trabajar de forma frontal por la seguridad y la lucha contra la corrupción. Este acuerdo por la pacificación del país debe incluir propuestas concretas para el desarrollo de los sectores más necesitados para arrancar a la población vulnerable de la orfandad y desprotección en la que se encuentran.

Desde la sociedad civil, el sector privado, la academia, los movimientos sociales, la ciudadanía no organizada este es el momento de abandonar los instintos egoístas para trabajar con una sola meta: hacer de la convivencia pacífica un elemento central al ejercicio democrático. Que la muerte de Villavicencio se convierta en un llamado para no perder la esperanza y una fuente de energía para tener el coraje de ir hacia adelante.

 

Fundación Esquel

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