"Hay que recuperar el Estado para la sociedad y levantar esa idea canalizadora del bien común"

Tras su salida del cargo de Ministro de Educación, Milton Luna volvió a la actividad que la apasiona desde hace más de 20 años: la docencia.  

Me recibe en su despacho en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Se lo ve tranquilo y satisfecho por el trabajo realizado durante casi siete meses. Sin embargo, se nota que, por la emoción con la que detalla lo que fue su gestión, le faltó tiempo para consolidar su trabajo, producto de su experiencia como activista social, catedrático universitario y Coordinador Nacional del Contrato Social por la Educación.

 

¿Cómo evalúa los casi siete meses que estuvo a cargo del Ministerio de Educación?

Con optimismo por saber que de alguna manera la acción de la sociedad civil, cuando ingresa a una actividad tan compleja dentro del Estado, tiene muchos argumentos (...) Lo que hemos construido como sentido de la educación, como objetivos, como inspiración y ruta filosófica fue el ancla y al mismo tiempo, la luz que permitió superar una infinidad cotidiana de incendios que se tuvieron en la gestión. Es decir, si no hubiéramos tenido claro los objetivos, la filosofía, todo esto que, a través de la sociedad civil hemos concentrado por años, hubiera sido muy difícil encarar semejante desafío.

¿El hecho de venir de la sociedad civil fue una fortaleza?

Es importante comprender que esas funciones están llenas de enormes presiones y tensiones que, no sólo la filosofía y los objetivos ayudan, sino también la compañía que se puede tener al respecto.  El haber sido un Ministro de Educación que no viene de un partido político fue una enorme ventaja, por un lado, pero también una desventaja o un problema, por otro. Ventaja porque uno asume con la libertad suficiente como para poder adoptar decisiones técnicas; la desventaja es que este tipo de puestos están sometidos a presiones políticas de todo tipo. 

El personaje al frente es altamente vulnerable . De hecho, este segundo factor fue el que, a la larga,  incidió en esta corta experiencia que estuve al frente de semejante aparato.

¿Qué aprendizajes le dejó esta experiencia?

Es ineludible para quien asuma este tipo de gestión, no solo tener una agenda filosófica y unos respaldos, sino, un equipo técnico solvente. Yo lo tuve, sin embargo, sentí que a momentos los desafíos eran muy grandes.

El contar con experiencia y, sobretodo con un equipo que pueda enfrentar las dinámicas tan diversas que se tienen para manejar el Estado es importante, pero también lo es, el contar con un personal que tenga una comprensión cabal de qué es lo que piensa hace y actúa el otro conjunto de actores de la comunidad educativa, como son los padres de familia, las organizaciones sociales, entre otros. 

También es importante saber cómo establecer un diálogo con las otras funciones del Estado. Entre ellas la legislatura, ya que y ahí es donde también hay múltiples posibilidades de perderse.  Tuvimos la fortuna de comprender los desafíos con los que ingresamos y que eran altos y demandantes. 

¿Cuáles fueron esos desafíos?

Partíamos de la idea de un cambio de modelo educativo y de gestión. Establecer una agenda de trabajo y de acción muy pragmática que permitiera  sentar la acción. 

Debíamos incidir en cuatro aspectos fundamentales como: afectar positivamente con una propuesta para la educación rural, desde infraestructura, modelo educativo, hasta participación ciudadana dentro del concepto de Nueva Escuela; dotar de textos escolares; recuperar la figura y el papel de los profesores y un cambio de modelo de gestión, hacia un modelo participativo.

La agenda sustantiva, con la apertura de escuelas rurales era transformar ese modelo educativo en contacto con la comunidad y el entorno. Apuntar a una transformación de la realidad, dentro de un modelo transformador y liberador para recuperar una postura. Ese era el motor más importante de esta iniciativa. 

(…) No podremos saber ni evaluar todo esto porque muchas cosas se quedaron en papeles, en relaciones, en presupuestos, etc, aunque quedó montado el trayecto (…) Nunca en nuestro imaginario estuvo el hecho de salir tan rápido.

¿Se podría pensar que no se entendió el proceso o los cambios a implementarse?

Nos faltó transmitir a la sociedad el sentido de esta transformación. No queríamos hacer aspavientos porque era el desmontaje de un modelo que se hizo en una década y que en pocos meses íbamos dando pasos. Era irse en contra de ese modelo poderoso, vertical, pero el país aún no ha estado preparado para asumir retos tan profundos. 

Nos toca entender que, en educación, es extremadamente importante visualizar los retos y saber que las condiciones hay que construirlas. Lamentablemente faltó tiempo y por eso propusimos el Acuerdo Nacional por la Educación, porque los cambios necesitan de condiciones y esas condiciones se estaban construyendo como empezar por la recuperación de la confianza. 

El estar y trabajar desde la sociedad civil  y luego pasar al otro lado, le cambió de alguna manera su visión del deber ser de la educación?

Sigo apostando por el Acuerdo Nacional por la Educación y siendo positivo mi retorno a la sociedad civil, con el mismo impulso.  He reafirmado algunas cosas: Se necesita el poder del Estado para acelerar los cambios. Entendí, más que nunca, que se requiere de la acción y participación de la sociedad civil para lograr los objetivos.  El estado solo y huérfano no puede emprender acciones.

Reafirmé también el hecho de que la sociedad civil tampoco puede efectuar cambios sin la ayuda del Estado. Sin esta, las intenciones pueden quedarse en retórica y grandes deseos.  Esta experiencia me ratifica en la necesidad de que hay que recuperar el Estado para la sociedad y levantar, bajo la acción social, esa idea canalizadora del bien común.

¿Qué cree que pasará con el Acuerdo Nacional por la Educación con la nueva administración y cuáles cree que son los retos de la nueva Ministra?

La sociedad civil debe persistir, el Acuerdo Nacional por la Educación surge desde la sociedad civil y hay que mantenerlo. Hoy es un buen momento para hacerlo ya que hay el compromiso y voluntad política que deben ser aprovechadas por la sociedad civil para conversar y superar discrepancias. Hay que persistir en el tema del Acuerdo hoy más que nunca para que estas propuestas puedan ser impulsadas por esta nueva administración. 

¿Por dónde empezar?

La Sociedad civil y Estado deben persistir entorno a la generación de condiciones que faciliten el Acuerdo. El tema de la confianza es importante y se deben dar señales desde el Estado. 

¿Qué hacer con las dificultades?

Siempre han habido dificultades, como falta de presupuesto, reducción de personal,  pero las enfrentamos y hay que enfrentarlas. Lo más fácil para mí hubiese sido abandonar el barco, pero decidimos quedarnos durante este tiempo en donde se ha despejado el terreno y se han hecho varios surcos importantes en donde se sembraron semillas de plantas que, estoy seguro, alguna vez van a florecer.

Para la nueva administración dejamos un terreno más transitable, ya que, cuando asumí el cargo, se llegó a apagar de incendios.

¿Qué planes tiene tras su salida del Ministerio?

El retorno a la sociedad civil, al activismo por la educación y a aportar con el Acuerdo Nacional y con la Mesa de Convergencia.  También quiero volver a escribir mi columna en diario El Comercio, porque mucha gente me pide y a la investigación. tengo en carpeta tres libros para los próximos años sobre historia de la educación, los docentes normalistas y la relación de la educación con un modelo de desarrollo sostenible 

Cuáles son los retos para la sociedad civil y para la Mesa de Convergencia de cara a este Acuerdo Nacional por la Educación?

La Mesa de Convergencia, junto con el Ministerio de Educación y otros actores sociales debemos, de manera rápida, construir acuerdos que permitan introducirse en políticas públicas específicas y en un tiempo no mayor a cuatro meses. Si no se hace eso nos vamos a quedar en la retórica y en grandes reuniones. 

Hay que reducir el ámbito de expectativas y centrar en puntos vitales los acuerdos, como definir el presupuesto del 2020. 

También hay que trabajar en la creación de confianza y fomentar la cultura del respeto.  Lo importante es tener acuerdos visualizados y constatados por la gente.



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